lunes, 24 de noviembre de 2014

La falsa carta de despedida de Gabriel García Márquez

Existe un  texto circulando profusa y porfiadamente  por Internet  atribuido a Gabriel García Márquez, bajo el título "La Marioneta". Como suele suceder con este tipo de escritos que pasan de mano en mano, o mejor dicho, de computador en computador, van sufriendo modificaciones en el camino muchas veces al gusto de quien hace el traspaso de la información pero, más o menos dice lo siguiente:
“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera. Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más. Entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, Despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate. Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti y una canción de Serrat sería la serenata que les ofrecería a la luna. Regaría con lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalo... Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuán equivocados están, al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres. He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, Sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo"
Este texto se presenta en la modalidad de poema en algunos videos de youtube y presentaciones de powerpoint - aunque ya sabemos que García Márquez No escribía poesía. 

En las redes sociales y otras páginas generalmente y -sobre todo después de la muerte del premio Nobel colombiano- circula como "La carta de despedida de Gabriel García Márquez". Algunos van más lejos aún y la presentan como "la emotiva carta de despedida que el escritor dejara a sus amigos poco antes de morir".  

Sin embargo, basta leer el primer párrafo para, al menos,  arquear nuestras cejas;  Gabriel García Márquez era ateo y, que sepamos, no tuvo ninguna conversión express  en el umbral de la muerte que lo hiciera ponerse a escribir un texto con tantas menciones divinas sin considerar, además, que el estilo del texto dista mucho de lo que una esperaría leer de este autor. 
Aunque tras su fallecimiento se  presentó profusamente como su carta de despedida, la primera vez que se habló de esta especie de "testamento literario" fue a fines de los años noventa. 
El verdadero autor de este texto titulado "La marioneta"  es Johnny Welch; un escritor, cómico y ventrílocuo mexicano. En esa calidad fue invitado a participar del show Teletón en Santiago de Chile y es en esa ocasión que decide incorporar a su rutina algo poco habitual; deja por un momento fuera la comicidad y escribe  algo emotivo para incluirlo en el repertorio que presentaría en el teatro donde se  estaba desarrollando el espectáculo. Esa fue la primera vez que el ventrílocuo, a través de su muñeco, presentaba el poema. Tras la buena acogida en Chile, regresa México donde  le piden repetir el número y fue tal su éxito que termina incluyendo el texto en el libro  "Lo que me ha traído la vida" (Editorial Selector 1996).
No es claro cómo el poema del mexicano comienza a alejarse de su autor. Probablemente comenzó a circular de mano en mano; gente que lo copiaba y lo hacía llegar a sus amistades y éstas a las propias y así sucesivamente, como una cadena. En alguna parte de estos envíos a alguien le debe haber parecido buena idea atribuírselo a García Márquez, ya sea porque  en el camino se extravió el nombre del autor original, o porque quizás jamás circuló con el nombre del autor, ya fuera porque les pareció que atribuírselo al autor de Cien años de Soledad, le daba más peso literario. Como fuese,  el poema llegó incluso a ser publicado por el periódico peruano "La República" en 1997 bajo un encabezado  que decía algo así como "La obra póstuma que Gabriel García Márquez le deja a sus amigos"; el periodista Mirko Lauer al saber que el aclamado autor tenía cáncer  simplemente asumió que su muerte era inminente y supongo que quiso dar una especie de golpe periodístico-cultural. A este, también poeta y ensayista, no le llamó la atención el estilo del escrito ni  le causó  alguna duda  la procedencia del poema que tomó y publicó bajo el nombre del afamado escritor colombiano.  Al tiempo aclaró que todo fue muy rápido; cuando se enteraba de la enfermedad de García Márquez alguien, me imagino que de su confianza, le hizo llegar esta "carta de despedida" y no lo pensó dos veces para  ordenar su publicación. El resto es fácil de comprender; Internet ya era de uso más masivo; del diario  saltó al ciberespacio arrastrando el error del autor.
En aquella época, García Márquez estaba  en un hospital de Los Angeles, en control  por su cáncer linfático. Enterado de la situación, el escritor convocó a una rueda de prensa para hacer la aclaraciones pertinentes. Y muy a su estilo declaró:
"Señores, yo quiero decirles que estoy vivo y que lo único que me podría matar es que digan que yo escribí algo tan cursi"
Aparentemente Welch se lo tomó con tranquilidad cuando le preguntaron  si le había molestado que trataran su poema de cursi: "No me molestó (...) eran unas declaraciones muy válidas: 'Es alguien que es el escritor más importante del habla hispana y yo no escribo con el conocimiento, escribo con el corazón. "
Un año y medio después, García Márquez  está de visita en México, y durante su reunión con  el rector  de la Universidad Nacional de México  le pide conocer a Johnny  Welch.   Así, el comediante, con su muñeco de  ventrílocuo incluido,  se vio un día conversando   con el gran escritor latinoamericano:

"Nos sentamos a platicar y me dice" 've Johnny, yo estaba con problemas de salud en Los Angeles y me empezaron a bombardear con un poema, no sabía de qué me hablaban. Alguien me dice: es un poema cursi que está girando en internet. Entonces yo cometo el error de hacer la rueda de prensa y decir 'un poema cursi', pero yo no lo había escuchado, lo escuché cuando lo hiciste en un programa (...)  Toda nuestra conversación fue llena de humor. Yo quería hablar en serio con él, aprender, y él sólo quería bromear. Me hizo sacar al muñeco y le hablaba al muñeco como si estuviera vivo, todo era muy en broma". Y el final de la charla es digno de un relato de García Márquez. "Hasta que llegó un momento en que le dije: 'maestro, el hecho de que usted esté aquí frente a mi no puede ser una casualidad, son muchas casualidades'. Y me contesta: 'no Johnny, esto no es una casualidad, esta es una historia que tenía que ser'".
(Extracto de una entrevista de Juan Carlos Pérez Salazar a Johnny Walch  para  para BBC Mundo, Ciudad de México; puede leer la entrevista  en este enlace: 
En más de una ocasión García Márquez  y  Welch  volvieron a  aclarar  el entuerto; pero  a pesar de ello, sigue circulando  el texto bajo el nombre del escritor y Premio Nobel colombiano.  De hecho, tras su muerte en abril del 2014,  se usó en variadas ocasiones como una forma de rendir homenaje, presentándolo como su sentida despedida  antes de retirarse de la vida pública.  Queda claro que nunca hizo tal cosa, ni durante su tratamiento contra el cáncer en los noventa, ni en los años previos al de su fallecimiento donde ciertamente estaba más retirado de la exposición pública, canceló compromisos y viajes pero él mismo relató que lo hizo para escribir tranquilamente,  terminar sus memorias, escuchar música y "ponerse al día en sus lecturas atrasadas" pero de carta de despedida; nada.

13 comentarios:

  1. Muy buena información y sobre todo más cuando se conoce la gran historia detrás de esta historia. Saludos desde México =)

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  2. ¡Gracias, Claudio! Saludos desde Chile.

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  3. ¡Qué pena que tanta gente ignore cómo escribía Gabo! ¡Con qué poca calidad se conforman algunos para considerar un texto cualquiera digno de ser difundido!

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  4. Con qué poca calidad opina usted!
    Poca calidad literaria, humana, educacional y personal en definitiva.

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    1. Señora Angela:¿Podría ser más específica? ¿Dónde se evidencia la carencia educativa y personal, de acuerdo a usted?

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  5. Excelente! Harta e indignada por ver, sobre todo en Facebook, citas atribuidas irrespetuosamente a ciertos escritores. Por ejemplo, José Saramago y Gabriel García Márquez, jamás podrían haber escrito sobre su esperanza en dios y en el más allá pues ambos eran ATEOS. Jorge Luis Borges jamás pudo escribir versos sensibleros sobre el amor porque el Sr. era un bloque de hielo para demostrar sus sentimientos de amor. Y así cientos...

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  6. Excelente información y lo peor es que ahora circula un texto terriblemente más cursi que si el Gabo pudiera leerlo se volveria a morir

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    1. Hola Liz Luna, si quieres me envías ese texto que mencionas, para una futura entrada, cuando pueda retomar bien este trabajo. Saludos.

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  7. El texto es emotivo y real. No todas las personas son García Márquez pero todos tenemos el derecho de expresar y escribir lo que queremos, y cuando transmiten tantas emociones pues no importa el autor.

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  8. Es un texto emotivo, y habla de la esencia de la vida, quizás cursi o romántico, para algunos, pero sin duda todos escritores reconocidos o no, tenemos el derecho a expresar lo que sentimos y vivimos. Sin duda es mas sanador escribir lo que siento y pienso que guardarlo en un rincón de mi mente y corazón.

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  9. A mi me llego mover emociones este texto .Yo no soy unlector no se nada de autores libros y poesias.Leo como ser humano ,no como un inteligente e intelectual,solo como humano ,por eso me dije puedo opinar , y ami me gusto mucho.

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